Es fantástico ver cómo el legado de la fascinación por la ropa vintage pasa de generación en generación.Ya sea de primera mano, en tendenciosas y exclusivas boutiques semiocultas, o esquilmando charity shops con la perseverancia de un buscador de oro en Alaska. Los rastros y charities tienen mucho más encanto pero están sobrevaloradísimos, y la pasión por lo añejo de muchos adeptos a la estética Frenesí ha acabado por convertir el reciclaje en almacenamiento puro y duro.
En algunos casos roza el síndrome de Diógenes, en los peores, el síndrome de Down, pero cuando se hace con buen gusto, vestirse como una landlady londinense de los años sesenta resulta más encantador que almorzar con Mr. Peabody a la sombra de olmo.
Dónde están mi te y mis pastitas, cojones ya!
Dónde están mi te y mis pastitas, cojones ya!
La de Frenesí acabo malamente...No le auguro buen futuro a ninguna con ese look : P
ResponderEliminarUn saludo!
Kiz
yo conocí a un calco de esta en salamanca... Madre mía, qué pedrada llevaba...
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