jueves, 30 de septiembre de 2010

Culturetas condescendientes

Como ahora parece que soy un "blogger" (y de esto ya hablaré en otro post porque ahora no viene al caso) el otro día fui cortésmente invitado a una fiesta de presentación para empinar el codo a costa de una conocida marca de relojes.
Una hora de sobriedad en el evento fue suficiente tiempo para constatar lo que hacía tiempo que ya sospechaba: La gente es igual en todos lados, independientemente del terreno en el que uno se mueva.
Estés en una fiesta de estudiantes, en una fiesta en la casa de un rapero o en una exclusiva fiesta llena de gente con ansias de medrar es inevitable no reparar en los amos del cotarro, aquellos a quienes se ha de rendir pleitesía, aquellos con quienes quieres ser visto hablando. Si entras en su juego has de aceptar las normas: si estás "casi ahí" debes tragar hasta que algún día, con suerte, llegues. Si eres de los que no llegarán ni de coña, don´t worry; cuentas con su aprobación e incluso su simpatía.
Sobre todo no desesperes: La vida es un larguísimo torneo contra tipos más chachis que tú.


Aprende esto: Si el número de interjecciones fáticas que recibes como respuesta a tu monólogo es igual o superior a 5 por minuto, NO ESTÁS SIENDO INTERESANTE.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Camisetas con pibones

...O cómo desaparecer en una camiseta. Porque te puedo asegurar que la mujer objeto que portas como un parásito pernicioso, estampada en la camiseta de Bershka o similares, es tu peor enemigo: un diapasón que pone en evidencia tu falta de sintonía con los cánones en boga. También he visto camisetas con serigrafías de jóvenes y estilosos chavales ataviados como Fall Out Boy deformadas sobre barrigas de hombres, por lo que deduzco que el problema ya se ha trasladado a la moda de mi sexo.
El cuerpo humano es bello, sí; pero a no ser que el tuyo sea más bello que el del modelo de tu prenda, mejor opta por otra cosa.












Por supuesto, es una obra de arte: Como el Retrato de Dorian Gray, pero a la inversa.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Ghost in the Chándal

Como siempre estoy volviendo a empezar a hacer deporte mi equipación deportiva no se ha actualizado demasiado en los últimos años, pues la falta de uso la mantiene casi nueva.
Ahí voy yo con mi camiseta de Frostis de Kellogs ("Tu fuerza interior", 15 años conmigo; la media de un matrimonio en España son 13,8 años), cruzando sofocado el Parque del Oeste cuando un Power Ranger venido del mañana me adelanta en un suspiro y desaparece en el hiperespacio.
El tejido inteligente de su ropa le proporciona nula resistencia al viento y evapora su sudor; su cardiómetro, podómetro, cronómetro y pulsera magnética complementan la inestabilidad de su cuerpo con la precisión tenaz de la máquina.
La situación se repite, dos, tres veces. Creo que sólo falta el Power Ranger Rojo, que ya habrá pasado; claro: La suela ergonómica de sus zapatillas convierte el pie humano en un mecanismo de dimensiones blasfemas.

Kevin Warwick intuyó la amalgamación de la tecnología en el cuerpo para conseguir resultados sobrehumanos, pero erró en sus futuras aplicaciones prácticas. La tecnología integrada en el cuerpo se usará, principalmente, para ligar.


Siento decirlo: Usain Bolt nunca ha parecido un superhéroe del cruising.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Prejuicios

No hay que ser un genio para adivinar que soy una persona con bastantes prejuicios, y que tengo que tragarme mis suspicacias en numerosas ocasiones. Y es que los prejuicios sólo molan cuando se confirman, y entonces puedes sentar cátedra y decir: "ya te lo había dicho". El 75% de las veces sólo valen para librarte de hacer cosas que te dan mucha pereza.
Hasta hace poco desconocía que hubiese resquemor entre Lavapiés y Malasaña; lo curioso es que el feedback me ha llegado desde ambos barrios, y he constatado que la gente que me rodea y creía moralmente superior a mí comparte la misma afición por las ideas preconcebidas y los juicios de valor aleatorios. Lo que más gracia me hace es que, en principio, nadie se cree merecedor de los mismos recelos de los que hace gala abiertamente.
Aceptar que tú puedes resultar tan ofensivo como el vecino raro que te mira en el ascensor es mucho más fácil y sano que convencerte de que este te cae bien.
El buen rollo es un mito, es un asco y da mucho miedo.



Me gusta Malasaña, me gustas tú