La frase en sí es una analogía estúpida basada en la forma del instrumento que prefieren obviar, por razones evidentes, los saxofonistas, los gaiteiros, los flautistas y los trompetistas.
Al margen, claro está, dejaremos el machismo prehistórico, empalagoso y binguero que rezuma esta maravilla del saber popular.
Traducida al castellano moderno, esta expresión viene a querer decir: "Estos dedos entrenados tocaran tus puntos adecuados, les aplicarán un ligero vibrato y si veo que me cuesta pues te pongo una cejilla y bajo por el mástil".
Para nuestro infortunio, las guitarras nunca dicen "no".