La barba, cuando habla, dice: "cada milímetro de mi existencia es un día ocupado en asuntos más trascendentes". Porque si el rostro es un vánitas, la barba es el moho que cubre la fruta. El hombre barbudo parece profundo y reflexivo. De la profundidad a la sensibilidad hay un paso, y de la sensibilidad a la melancolía, un pasito; baza que saben jugar todos los rompecorazones afelpados.
Hace años le preguntaba a una amiga si iba a ir a un concierto, no recuerdo cuál. Me dijo que no podía porque el cantante era muy barbudo y eso la llenaba de tristeza. Me acuerdo de eso porque a mí la gente con barba me produce también una sensación de hondo desamparo, y me dan ganas de abrazarlos a todos, ya sean osos de Chueca, postmetaleros trasmundanos o enanos de las montañas azules.